THE WELLINGTONS - The End Of The Summer (2017)

...una brillante colección de bubblegum-pop melódico independiente, algo así como un heladito de nata con nueces o un auténtico pastel azucarado de once golosinas para relamerse con cada una de ellas... 

No llegaba, no llegaba, y por fin llegó el ansiado quinto álbum en estudio de los de Melbourne. Concretamente seis años después de “In transit” y cinco desde el Ep “Hey hey”. 

A pesar de todo ese período en barbecho discográfico THE WELLINGTONS se han consolidado, e incluso han incrementado su popularidad gracias a largas giras por Japón, Estados Unidos o Europa, y muy especialmente por su inclusión en la banda sonora de la televisiva comedia estadounidense “Cómo conocí a vuestra madre”, así como la aparición en diversos anuncios o programas nipones. 

En “The end of the summer” avanzan, si cabe todavía más, en el refrescante estilo que les caracteriza, donde el protagonismo vocal principal se lo reparten Zac Anthony (guitarra) y Kate Goldby (bajo). A ellos se suman Anna en los teclados, David a la batería, y Koji a la guitarra y voces. 

Como fruto final tenemos un auténtico ramillete de pop guitarrero, tan ameno como ocurrente y, sobre todo, tan intenso como radiante. 

En “Not getting what i want”, “Over & done with”, “No way this could fail”, “Make it better” o “She’s in love” nos podemos acordar de Elvis Costello, The Rubinoos, Fountains of Wayne, Weezer, Jellyfish, Ben Folds y hasta de Redd Kross. Precisamente de los hermanos McDonald me recuerda mucho este album a aquel proyecto paralelo familiar de los hermanos McDonald en el 2002 bajo el nombre de Ze Malibu Kids. Buenas perlas de ello podrían ser “So easy”, “1963”, “She rides the bus” o el fenomenal dueto “End of the summer”. 

Menciones aparte para “Please be nice” o “Making faces in the mirror” donde la voz femenina enamora vehementemente. Algunos estribillos pegadizos entre palmas y coros completan este magnífico ejemplo de powerpop del quinteto aussie, otro magnífico fichaje de Rock Indiana Records.

Estamos pues ante una brillante colección de bubblegum-pop melódico independiente, algo así como un heladito de nata con nueces o un auténtico pastel azucarado de once golosinas para relamerse con cada una de ellas. Muy recomendable escucharlo mascando chicle, utilizando la lengua para aplanar y presionar la goma de mascar contra los dientes, y soplando hasta conseguir inflar un globo.