...con el fin de ejecutar un repertorio de traca, donde estaba cuidado hasta el más mínimo detalle en lo que se podría acabar definiendo como otro espectacular episodio de exaltación del mejor rock de pura cepa...
Y a los 20 años, 8 meses y 3 días resucitaron también en Valencia. Había llovido bastante desde aquel 9 de marzo del 96 en la sala Roxy dentro de la gira final del “último concierto”, pero ni con esas ha menguado ni un ápice la calidad y el poderío de los granadinos. Es más, con una gira tan perfectamente diseñada podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que la aptitud, la casta y el caudal de energía se ha incrementado gracias a una madurez, a una erudita pericia y, por qué no decirlo también, a la influencia de un número de fieles que en sus veinte años de barbecho crecieron de forma asombrosa. Sí, sí, porque al fin y al cabo los devotos seguidores de los Cero también somos los que hemos proporcionado el calor y la emoción en unos conciertos que adquieren tintes épicos, tantos que cuando finalice la “maniobra de resurrección” serán recordados como legendarios al hablar sobre ellos a las generaciones venideras. La banda de culto española más admirada y reverenciada se presentó a la cita programada en la sala Repvblicca de Valencia durante la velada del 12 de noviembre del año en curso para celebrar lo bien que envejece su legado y para redimir una trayectoria que de forma atípica ha obtenido mayor reconocimiento a destiempo. En definitiva, como rezan esas “tormentas imaginarias”, unas “canciones de cuna y de rabia” que nunca abandonan tanto a aquellos que en su día nos entusiasmamos con 091 como a esos posteriores rastreadores que se han ido subiendo a un carro donde se concentra la crítica, el nervio y la intelectualidad lírica.
Si Jose Antonio García lució una de sus habituales camisas estampadas de lunares debajo del chaleco, Jose Ignacio Lapido, Tacho González, Victor Lapido y Jacinto Ríos se presentaron ataviados de un riguroso negro, como mandan los cánones de esa elegancia personal rocanrolera que les caracteriza, con el fin de ejecutar un repertorio de traca, donde estaba cuidado hasta el más mínimo detalle en lo que se podría acabar definiendo como otro espectacular episodio de exaltación del mejor rock de pura cepa.
Vamos con lo mejor, las canciones de 091. Como no podía ser de otro modo comenzaron con esa reliquia, el instrumental profundo y seco, de aroma avellanado como el vino del Marco de Jerez. Todo solera, para degustarlo lentamente el “Palo cortao”.
Y de golpe y porrazo, zas, “Qué fue del siglo XX”, el himno que podría conjeturarse para el final del evento fue el que sirvió para encauzar los fuegos de artificio de los “Zapatos de piel de caimán”.
Después “nuestra guerra no tendrá final” retumbó en “El deseo y el fuego”, una de las sorpresas de la velada, casi tanto como “oir que se cierran las puertas del cielo” en “Esperar la lluvia”, una de las más antiguas, cronológicamente hablando, del repertorio perpetrado.
Volver a escuchar “Escenas de guerra” fue para un servidor sumamente emocionante, demasiadas veces sonó “en la eterna juventud, diversión garantizada”. Pero el clímax llegó justamente después, espectacular ritual de confusión con “El baile de la desesperación”, qué barbaridad de canción, a mi gusto la mejor de toda la retahíla de temazos con los que deleitaron los granadinos a sus fieles.
El trio de “Tormentas imaginarias”, “Nada es real” y “En el laberinto” sirvió, en cierta manera, para relajar al personal antes de que atronaran esas “Huellas” que nunca llevan al sol. Algunos nos dejamos las cuerdas vocales con esa estrofa de “demos a los cuerdos de su propia medicina, una parte de locura y tres de confusión”.
“Nubes con forma de pistola” y “Para impresionarte” precedieron al fundamental “Este es nuestro tiempo”, imposible no desgañitarse con ese estribillo de un futuro imperfecto. Precisamente a partir de ese momento el concierto adquirió otra dimensión, digamos galáctica, gracias a cantinelas de la talla de “La noche que la luna salió tarde”, “Otros como yo”, “Sigue estando Dios de nuestro lado”, “Un cielo color vino”, “En la calle” y “La torre de la vela”. Antes de entrar en la recta final aflojaron el torbellino musical con “La canción del espantapájaros”, “Todo comienza a girar” y una gran sorpresa, aquella rareza inédita, aquel minuto de emoción que fue “Venus”.
Para el trance final una especie de consumación heroica. “Cuando se apaguen las letanías y el viento sople a nuestro favor” era la senda de entrada a “Esta noche”, donde la guitarra de Lapido y ese "no habrán cadenas que te estorben, quizá mañana pero no esta noche" penetró en cada rincón de la sala, en cada alma concurrente. No faltaría para huir de los malos augurios “La calle del viento” mientras que “Como acaban los sueños” fue demasiado intensa, más profunda que nunca. Con la popular “La vida que mala es” y, muy especialmente, con “Fuego en la oficina” dejaron todo calcinado. El resultado era evidente, un servidor no sabe discernir si fue mejor o peor al que disfrutamos durante el mes de Abril en la sala Oasis de Zaragoza (véase enlace aquí) pero queda claro que otra vez la banda granadina volvía a sumar, a triunfar, a conquistar otra plaza en una maniobra de resurrección que está tocando a su fin.
Pues eso, lo hemos dicho alguna vez, y lo vamos a volver a repetir cuántas veces haga falta. El año Cero ya está en las sagradas escrituras rocanroleras españolas, porque, le pese a quien le pese, si es que a alguien le pesa, el año 2016 ha sido el año de 091. Y después están los demás.
* Todas las fotografías publicadas son del archivo personal del redactor.
Amen!
ResponderEliminarafortunado pues salvo error por aqui no han venido. creo que esta gira ya los ha canonizado
ResponderEliminarEstuve en Madrid viéndolos hace dos semanas y fue espectacular, dos horas y media de rock & roll y energía
ResponderEliminarBrutales!!!
Me hubiera encantado poder ir a verlos pero entre semana, imposible.
ResponderEliminarFenomenal crónica como siempre, master.
Un abrazo!
Todo muy bien explicado JJ.Un placer verte alli.Para mi,mejor que en Zaragoza,yo por lo menos lo disfrute mas.Sera que jugabamos en casa.Pero estos tios se superan cada vez.Mucho Cero
ResponderEliminarLo de Madrid no fue casualidad evidentemente, y el sábado en Bilbao me temo lo mejor, y se que no me voy a equivocar.
ResponderEliminarEl año cero pasará a la historia.
Abrazos.
bip, bip, bip, bip....llamando desde nave espacial marciana 110093, tenemos aquí a unos tíos que responden a 091, banda de rock (fonema ignorado...), y que llevan una cogorza del diablo tipo Edgard Allan Poe, o como coño se llame ese alienígena americano,por favor esperamos instrucciones, acaban de quemar la ciudad de valencia.
ResponderEliminarEl mejor directo que he escuchado en mi vida. ROCK con mayúsculas, canciones que son auténticas poesías llenas de energía y contundencia...Y que haya gente que no los conozca?
ResponderEliminarFue una barbaridad, una experiencia fantástica poder vivirla. Mucha grandeza los Cero. No os los perdais si tenéis oportunidad. Abrazos friends.
ResponderEliminarMe alegro de tu disfrute. Curioso lo de esta banda, es más seguida ahora que en su tiempo, o esa impresión me da ... tal vez podrían replantearse continuar con esa historia.
ResponderEliminarSí, es curioso el crecimiento Alejandro, un caso verdaderamente atípico. Pero yo me alegro muchísimo. Abrazos.
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