...la autenticidad del punk de barrio, del punk alejado de soflamas más o menos politizadas y no por ello menos combativas ...
Por Skar PD
El GetMAD! Festival, en Madrid, es un festival atípico. Por ubicación (varias salas), por filosofía (mejor tener un poco de interés en esto de la música) y por cartel. ¿Algún festival consideraría como cabezas de cartel a The Undertones, Luna, Shannon & The Clams, The Fresh & Onlys o Angelus Apatrida?
El viernes en la sala But abrieron The Kik, holandeses que combinan casi a partes iguales el power pop beatlesque y el surf rock. Se saben los conceptos básicos de estos estilos y apoyados de una solvente ejecución técnica, vocal e instrumental, dieron un buen concierto, amable, cercano y festivo. El setlist, además de sus canciones más o menos conocidas ("Simone", "Cupido") incorpora covers de Ventures, Brincos (impagable la versión en español de "Flamenco") finalizó con Rembrandts ("I'll be there for you") Beatles ("Can´t buy my love") y Ramones ("Blitzkrieg Bop"), absolutamente definitorio del espíritu con el que salieron a escena.
El dicharachero Eddie Argos, al frente de unos Art Brut con una formación de aluvión, quizás su momento álgido en los primeros dos miles incluidos en eso que se llamó rimbombantemente Art Wave. Al día de hoy su propuesta semihablada (sprechgesang) suena cansina incluso aunque abran el concierto con "Former a Band", la canción con la que allá por 2004 levantaron alguna expectativa. También tocaron "Emily Kane" y "Good Weekend", pero a esas alturas ya eran un paréntesis entre The Kik y The Undertones.
Y los hermanos O'Neil y Billy Doherty y esa especie de encargado donde curran los otros tres, que es Michael Bradley, salieron a escena junto al que es su nuevo frontman, bueno en realidad no tan nuevo porque lleva desde 1999 con ellos, Paul McLoone, un buen cantante con un tonalidad vocal muy similar a la del ausente, y no por ello echado de menos Feargal Sharkey pero con una imagen un tanto discrepante con respecto al resto. Como si fuera el dueño del taller que se ha quitado la corbata y se ha puesto a cantar con los chicos. Pero lo hace bien y si, además, como fue el caso, el sonido acompaña, la sensación de vigor ochentero en las melodías y en los coros alcanza cotas de total verosimilitud. Quizás porque eran de verdad.
Un sonido excelente y "Family Entertainment", "Jump Boys" y "Here Comes the Summer" para empezar disiparon todas las dudas, si es que alguien las tenia. A partir de ahí el primer momento álgido llego con la inconmensurable "It's Going To Happen" y desembocó en un pogo tumultuario y enfebrecido, "The girls don't like it" mediante, con esa oda al "picor juvenil" que es "Teenage Kicks". Himno imperecedero.
Y como sonaban esos coros, esencia del punk más auténtico, y que bien esa incursión en el power pop que es "Wednesday Week", y, sin solución de continuidad "Jimmy Jimmy" y de nuevo las gotas de sudor pogueras, a modo de lluvia vivificadora sobre los presentes.
Cuando alcanzaron el final con "Get Over You", allí se respiraba fiesta y alteraciones hormonales casi olvidadas. O no tanto porque, doy fe, había gente con la intención de entender que era eso del espíritu punk más hedonista que han leído en algunos escritos. Y lo entendieron y participaron como no podía ser de otra manera.
Entendieron la autenticidad del punk de barrio, del punk alejado de soflamas más o menos politizadas y no por ello menos combativas y a mi me da que en la Derry de 1977 esto era muy revolucionario: cerveza, chicas y cantar a coro con los colegas un viernes por la noche con la intención de sentirse emocionalmente importantes.
"My Perfect Cousin", y su naif reivindicación de la personalidad adolescente, fue el final apoteósico de un concierto que, en mi opinión, dejó clara dos cosas: que las emociones juveniles son eternas y que The Undertones siguen siendo grandes.
Muy grandes.
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