Entre las numerosísimas actividades que se pueden realizar durante el tiempo libre existe una que goza de un interés generalizado creciente y que además posee un buen puñado de propiedades terapéuticas para mejorar los niveles emocionales y anímicos. Se trata de la música de JOSE IGNACIO LAPIDO, ese taumaturgo o milagrero musical que posee el don de hechizar y embaucar con sus canciones.
Concretamente en su último disco titulado “Formas de matar el tiempo” hay eso, lo habitual en él, otro prodigio creativo del maestro granaíno, ideal para esos momentos de ocio o asueto en los que se puede expandir la mente y disfrutar del rock en una de nuestras lenguas habituales.
A título personal he de decir que me costó en las audiciones iniciales y que una vez más pequé de impaciente. Con esa ansiedad de que entrara a las primeras de cambio, con esa excitación previa (todo sea dicho, la que me provocan poquísimos artistas actualmente) al tratarse de Lapido, olvidé lo que con frecuencia me sucedió en anteriores discos de este artista. Así, una y otra vez, con constancia y confianza, a sabiendas de que había que concederle merecidas oportunidades, fueron creciendo esas “formas de matar el tiempo” hasta rendirme en la evidencia, la evidencia de que una vez más lo había conseguido con diez canciones impregnadas de rincones y ángulos que brotaban como por arte de magia.
Es más que posible que esa especie de intensa luz, majestuosa y rara, se presentara en uno de esos últimos días de abril del 2013 que amanecieron grises, de los conocidos también como “un día de perros”, de forma que con el tema que abre el disco se produjera la química y, ¡¡¡zas!!!, las nubes se abrieran y por fin entraran los ansiados primeros rayos de sol. Y es que hasta ese momento tan solo “Muy lejos de aquí”, el single de anticipo que comentamos en este espacio (véase enlace pinchando aquí), había llegado desde un lugar entre la realidad y el sueño, erigiéndose como lo más emocionante de una escapada en la que se unían líneas paralelas. “Cuando por fin” entro la definitiva luz, con ese tercer corte tan, digamos, de aire juvenil, se orientaron las antenas y se ajustaron todos los tornillos en las tuercas.
Pero después todavía quedaban “cosas por hacer”. Entre esperanzas y derrotas el maestro había escarbado una vez más en el pasado y, a falta de un futuro prometedor, había que vivir para contarlo. Contar sobre sueños rotos, sobre preguntas sin respuestas, sobre la hora de volver tras “40 días en el desierto”.
“No hay vuelta atrás” y, con un verso que quita el hipo tal como “declaramos nuestro amor al arte y le cantamos a la insatisfacción”, el poeta eléctrico se come (en presente y para el futuro) todo el terreno de aquellos que titubeamos en un injusto mar de dudas. Y ahora ya, en plena vorágine eléctrica, con otra sentencia del calibre de “yo te hablo de amor y tú de artes marciales, no hay quien se aclare en la ciudad que nunca existió” llegamos a la felicidad que pueden suponer ciertos “desvaríos” de señales malinterpretadas. La “cosa está que arde” y lo mejor es acabar el disco dejándolo todo “al azar”, al azar de un nuevo amanecer que nos ofrezca una tregua en la que se borren todos los rastros de dolor.
Tengo el presentimiento de que en el septimo disco de LAPIDO en solitario está rigurosa y minuciosamente estudiado todo, desde esa portada con unas fichas blancas de dominó (recordemos especialmente los que somos aficionados a matar el tiempo con dicho juego que las blancas dobles son ganadoras y, en un momento determinado, es conveniente dejarlas para el final) dispuestas en una hilera con forma de caracol que se puede derruir tras el mínimo contacto, hasta el orden de las canciones, del que incluso me atrevería a decir que más que nunca tienen una ubicación consecutiva establecida con mayor precisión respecto al resto de la discografía anterior del gran maestro. O quizás todo ello sea una sospecha infundada, una conjetura errónea provocada por el disfrute de utilizar este gran disco ya de forma habitual como una estupenda forma de matar el tiempo.
A título personal he de decir que me costó en las audiciones iniciales y que una vez más pequé de impaciente. Con esa ansiedad de que entrara a las primeras de cambio, con esa excitación previa (todo sea dicho, la que me provocan poquísimos artistas actualmente) al tratarse de Lapido, olvidé lo que con frecuencia me sucedió en anteriores discos de este artista. Así, una y otra vez, con constancia y confianza, a sabiendas de que había que concederle merecidas oportunidades, fueron creciendo esas “formas de matar el tiempo” hasta rendirme en la evidencia, la evidencia de que una vez más lo había conseguido con diez canciones impregnadas de rincones y ángulos que brotaban como por arte de magia.
Es más que posible que esa especie de intensa luz, majestuosa y rara, se presentara en uno de esos últimos días de abril del 2013 que amanecieron grises, de los conocidos también como “un día de perros”, de forma que con el tema que abre el disco se produjera la química y, ¡¡¡zas!!!, las nubes se abrieran y por fin entraran los ansiados primeros rayos de sol. Y es que hasta ese momento tan solo “Muy lejos de aquí”, el single de anticipo que comentamos en este espacio (véase enlace pinchando aquí), había llegado desde un lugar entre la realidad y el sueño, erigiéndose como lo más emocionante de una escapada en la que se unían líneas paralelas. “Cuando por fin” entro la definitiva luz, con ese tercer corte tan, digamos, de aire juvenil, se orientaron las antenas y se ajustaron todos los tornillos en las tuercas.
Pero después todavía quedaban “cosas por hacer”. Entre esperanzas y derrotas el maestro había escarbado una vez más en el pasado y, a falta de un futuro prometedor, había que vivir para contarlo. Contar sobre sueños rotos, sobre preguntas sin respuestas, sobre la hora de volver tras “40 días en el desierto”.
“No hay vuelta atrás” y, con un verso que quita el hipo tal como “declaramos nuestro amor al arte y le cantamos a la insatisfacción”, el poeta eléctrico se come (en presente y para el futuro) todo el terreno de aquellos que titubeamos en un injusto mar de dudas. Y ahora ya, en plena vorágine eléctrica, con otra sentencia del calibre de “yo te hablo de amor y tú de artes marciales, no hay quien se aclare en la ciudad que nunca existió” llegamos a la felicidad que pueden suponer ciertos “desvaríos” de señales malinterpretadas. La “cosa está que arde” y lo mejor es acabar el disco dejándolo todo “al azar”, al azar de un nuevo amanecer que nos ofrezca una tregua en la que se borren todos los rastros de dolor.
Tengo el presentimiento de que en el septimo disco de LAPIDO en solitario está rigurosa y minuciosamente estudiado todo, desde esa portada con unas fichas blancas de dominó (recordemos especialmente los que somos aficionados a matar el tiempo con dicho juego que las blancas dobles son ganadoras y, en un momento determinado, es conveniente dejarlas para el final) dispuestas en una hilera con forma de caracol que se puede derruir tras el mínimo contacto, hasta el orden de las canciones, del que incluso me atrevería a decir que más que nunca tienen una ubicación consecutiva establecida con mayor precisión respecto al resto de la discografía anterior del gran maestro. O quizás todo ello sea una sospecha infundada, una conjetura errónea provocada por el disfrute de utilizar este gran disco ya de forma habitual como una estupenda forma de matar el tiempo.
cada vez son menos las cosas que nos excitan, estoy contigo, pero las pocas que nos excitan, nos ponen como motos! como ir en harley, rodando lento, aire suave en la cara, es este tema, que ya me sé bien, para irse lejos, muy lejos.
ResponderEliminar"Impregnada de rincones y ángulos que brotaban como por arte de magia", magnífica entrada Johnny y un disco rotundo como todos los del gran Lapido. Saludos
ResponderEliminarCon Lapido se pueden perder muchas cosas, pero nunca el tiempo. Gran disco. Yo lo escuché tres veces seguidas la primera vez y no considero tiempo perdido el invertido en su escucha.
ResponderEliminarEl poeta que hay en este rockero empedernido (o será al revés) nos sigue sorprendiendo agradablemente. "¿Qué haréis, cuando las cosas den un giro inesperado?".
Ya veo que sigues en forma y que las palabras surgen sin tapujos para embaucarnos y llevarnos hasta otra dimensión más profunda.
Un saludo,
beblack.
Si este pais fuera lógico Lapido sería un a referncia obligada. gran disco u superior al anterior .
ResponderEliminarA punto de caer, Johnny, ya te diré. Dice mi señora que la portada es muy elegante, lo suscribo. Muy buena entrada, Lapido te hace crecer.
ResponderEliminarAbrazos.
Asignatura pendiente para mí la de tantos artistas españoles a los que no he seguido la pista, y menos mal que ahora me estoy enganchando de nuevo con gente como Guadalupe Plata y Pony Bravo..., en fín, tendrá solución el asunto.
ResponderEliminarExcelente entrada.
Saludos,
Con Lapido se gana el tiempo amigo mio, gran entrada tio.
ResponderEliminarAbrazote!
Muy buena critica, hiciste bien en tomarte tu tiempo para escucharlo y no sentarte a escribir tras una primeras escuchas que no te llenaron tanto, ahora si lo puedes valorar bien y me alegra aunque no me sorprende que la critica sea positiva.
ResponderEliminarPues tu lo has explicado perfectamente great Johnny. Lapido tiene esa clase de grandeza que, al igual que el buen vino, hay que degustarlo con calma y dándole tiempo para orearse.
ResponderEliminarOtra gran entrega del maestro granadino la de este 2013, y suma y sigue.
Un abrazote.
Hey!
ResponderEliminarTe habla el viejo Werty.
He abierto un nuevo blog con un nuevo encare, mas objetivo y con mayor didactica.
http://hoboblues2013.blogspot.com/
Espero que sea de tu agrado y nos estaremos leyendo de nuevo!
Saludos!
Vamos a por ése nuevo trabajo de Lapido (por la senda cuando puedas). Grandes letras y gran compositor y buena portada como dice la mujer de Gonzalo.
ResponderEliminarBrazzzos.
Tinc que escoltar-lo més vegades, sé que al final m'atraparà per no soltar-me. Per cert, no aniré a vore'l a València, passa-ho bé, i espere que ens contes l'experiència per ací.
ResponderEliminarAbraçada!!
Un buen disco de Lapido.
ResponderEliminarEl vídeo esta copiado de LAS APARICIONES DE GARABANDAL donde unas chicas bajaban el monte al revés en éxtasis.
Los discos centrales de los Cero(tormentas imaginarias,etc...) eran algo mejores.............
...........en mi humilde opinión.
Un abrazo.
Salva.
Yo estoy en esas que no me entra, puede que Lapido sea más poeta que músico, y que la entrada a su universo está por ahí, pero no tengo prisa, este es un imprescindible, menudo post! a ver que digo yo ahora je je je. Paciencia. Siempre me acompaña detrás este disco, espero mi momento para entrar. Saludos mestre.
ResponderEliminarCualquiera te ficharía como manager, promotor o lo que sea. El caso es que "defiendes" a tus "protegidos" magníficamente. En este caso (y casi siempre) estoy de acuerdo contigo. Lapido es uno de los grandes y no debe pasar desapercibido, como músico y como letrista.
ResponderEliminarSaludossssssssssss
Tu sospecha no creo que sea infundada, Johnny, este disco está curradísimo al más mínimo detalle. Por eso hay que prestarle atención, precisamente, porque tiene miles de detalles que pueden pasar desapercibidos en las primeras escuchas. Es elegante y sugerente, tanto por dentro como por fuera.
ResponderEliminarBesos!
Me gusta!!
ResponderEliminarUn beso muchacho :)
Muy buena entrada para un disco que figurara como uno de los mejores del año a tu criterio sin dudas.
ResponderEliminarUn abrazo mi amigo
Muy buena reseña, Lapido sabes casi seguro lo que va a ofrecer, pero eso no quita para que en cada disco uno caiga rendido ante él, ante su música y su "discurso".
ResponderEliminarsaludos
Si la música de lapido (a la que no tengo el gusto de conocer) es poesia pura, te acercas muy mucho a ese estado de belleza con tus apasionadas palabras. apetece mucho escuchar el album a pesar de encontrarse lejano a la musica del diablo.
ResponderEliminarimpresionante post johnny!!!
Me congratula y me enorgullece muchísimo, amigos, que valoréis tan bien el texto que me curré de este disco tan rotundo del “empedernido poeta rockero” en un país que no valora como debería su grandeza. A mí me ha gustado más que su álbum anterior. Incluso me atrevo a opinar subjetivamente tal y como hace algún tiempo le vengo diciendo a algún amigo de que a nivel global prefiero incluso su discografía en solitario que con 091, y eso reconozco que es mucho decir pero así lo siento ya. Como bien afirma el gran Bab forma parte de mis “protegidos”, es una gran debilidad, pero es que creo que más pronto o más tarde Lapido entra a quién se pone y ya no se suelta, o quizás no. Abrazos y gracias por comentar.
ResponderEliminarComo ya hemos comentado por aquí en alguna ocasión, me gusta Lapido más o menos como a ti, pero si no fuera así, leyendo una entrada como esta tendría que aficionarme. Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, amigo FJ, es un orgullo que valores tan bien esta entrada. Continuemos disfrutando de Lapido. Abrazo.
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